Cada vez es más frecuente encontrarse con un coche eléctrico por las calles y no solo en grandes ciudades, sino que también en municipios. Ya incluso se realizan transportes de mercancías en camiones 100% eléctricos, aunque aún queda trabajo por hacer en esta área. La llegada del vehículo eléctrico ha cambiado nuestra manera de desplazarnos para siempre. Esta nueva tecnología es más respetuosa con el medio ambiente y más eficiente que su homólogo de gasolina, sin embargo, la ausencia de puntos de recarga suficientes para un mercado en auge como lo es el de la movilidad eléctrica, es un reto que hay que superar.
Un punto de recarga, es para el coche eléctrico lo que una gasolinera para un coche convencional, se trata de una instalación encargada de recargar las baterías que el vehículo utiliza para manejar los motores eléctricos que lo mueven. A la hora de comprar un vehículo la presencia de un punto de recarga cerca del domicilio de residencia y del lugar de trabajo es un factor fundamental que puede hacer decantar al comprador entre un vehículo eléctrico o uno al uso. Los puntos de recarga se pueden presentar de diversas formas, en función del lugar se puede encontrar un punto de carga distinto:
- Residencial: Ubicados en una casa unifamiliar o en un edificio residencial, se trata de puntos de recarga estándares, para conectar y cargar, especialmente de noche, con una velocidad muy baja. Este punto de carga básico tendría un costo de entre 500 €y 1500€.
- Parkings públicos y privados: En estas estancias se localizarían los puntos de recarga rápida y semirápida, los cuales tienen una velocidad considerablemente mayor ya que el coche va a permanecer menos tiempo. El coste de instalación de estos puntos estaría entre 3000€ y 20.000€.
- En la calle: A los que puede acceder con tarjetas de identificación o por medio de aplicaciones móviles y serían de tipo rápido.
- Estaciones de Servicio: En este caso se trata de puntos de recarga superrápidos, actualmente unos 30 minutos, principalmente utilizados para rutas largas en los que el tiempo de recarga es un factor crucial, el costo sería de aproximadamente 100.000€.
En España hay 23 millones de turismos. De estos, tan solo 350.000 utilizan motores híbridos y eléctricos. El peso, pues, de los coches limpios sobre el conjunto del parque móvil de coches es todavía de un reducido 1,46%. La inserción del vehículo eléctrico en nuestras calles es un elemento fundamental a la hora de conseguir la descarbonización de la movilidad para 2050 tal y como se establecen en distintos acuerdos internacionales. Para ello es imprescindible contar con una infraestructura y una red de recarga adecuada en cuanto a potencia, número y distancia entre puntos. Se prevé que España necesitará en torno a 90.000 puntos de recarga públicos para 2025 que se incrementarán hasta los 145.000 en 2030.
Aunque la autonomía de los coches eléctricos cada vez es mayor (algunos alcanzan ya los 400 Km de autonomía sin repostar) todavía es insuficiente para realizar viajes de largo recorrido. Es por esto que se necesitan puntos de recarga de alta velocidad para hacer viables estos viajes sin tener que hacer paradas de varias horas cada pocos kilómetros. El objetivo es establecer una red de electrolineras de gran potencia para poder cargar varios vehículos eléctricos a la vez en poco más de media hora, de este modo se podría tener el coche al 100% en lo que dura un café.
Un ayuntamiento que opte por promover la movilidad eléctrica entre sus ciudadanos debería de instalar puntos de recarga repartidos por su geografía, de este modo alentando a los vecinos a decidirse por comprar un coche eléctrico, cosa que antes sería imposible sin la existencia de estas instalaciones. Se estima que una ciudad de 50.000 habitantes debería disponer de 50 puntos de recarga básicos, 20 puntos de carga semirápida-rápida y 5 puntos de carga superrápida lo que constituiría una inversión de medio millón de euros. Esta inversión se amortizaría con el paso de los años mediante el cobro de la energía utilizada por los usuarios del punto de recarga. Al instalar estos puntos de recarga se crearía una base de clientes que han apostado por el coche eléctrico y que harían un consumo regular. Si además tenemos en cuenta que la energía suministrada podría proceder de una instalación fotovoltaica y que el mantenimiento de estos equipos es mínimo, se reduciría aún más el tiempo en el que el proyecto se haría rentable a la vez que el proyecto sería aún más ecosostenible. Hay que tener en cuenta por último que los beneficios para la salud de los ciudadanos debido a la mejoría de la calidad del aire es un factor clave para justificar esta inversión.
Como vemos apostar por la movilidad eléctrica es una decisión de futuro pues este mercado tiene expectativas de ir creciendo cada vez más, por ello es necesario que los municipios dispongan de más y de mejores infraestructuras para la recarga de los vehículos eléctricos. Es una inversión de futuro ya que si queremos cumplir con los objetivos de carbono contemplados en los acuerdos europeos como el acuerdo de París o con los Objetivos de Desarrollo sostenible debemos de transformar la movilidad a una movilidad eléctrica y libre de gases contaminantes.