Reducir la huella de carbono no es difícil

Nuestra realidad actual es que las emisiones de gases de efecto invernadero no paran de aumentar. En 2017 aumentaron un 4,6% con respecto al año anterior, que según el informe del sindicato de Comisiones Obreras, se trata del crecimiento anual más alto de emisiones desde que entró en vigor el Protocolo de Kioto en 1992. Según este informe, en España, las emisiones en 2017 (339.179 toneladas de CO2) fueron un 17,91% más que en 1990 (287.656 toneladas de CO2).

Nos encontramos en una situación muy preocupante que nos afecta a toda la sociedad y al futuro del planeta. Es por ello que gran parte de la población se está concienciando de la gravedad de la situación y pide que las organizaciones públicas y privadas se unan en la lucha contra el cambio climático.

Los consumidores están cambiando sus preferencias y ahora “piden cuentas” del impacto ambiental que genera una empresa a la hora de fabricar y transportar un producto. Los datos demuestras que existe un incremento de consumidores que se preocupan por el impacto ambiental generado y orientan su demanda a productos más locales y sostenibles.

Una forma de comunicar el impacto ambiental que genera una actividad es a través de la Huella de Carbono, que consiste en la cuantificación de la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que se liberan en la atmósfera como consecuencia de una actividad determinada.

De esta manera, las empresas podrán controlar sus emisiones y aplicar medidas para reducirlas, así como comunicar a los grupos de interés su evolución a lo largo del tiempo.

Pero, ¿cómo se cuantifica la huella de carbono? Lo primero que hay que realizar es un análisis del ciclo de vida de un producto, o todas las actividades que se realizan durante la realización de un servicio. De cada actividad o proceso se calcula el consumo de energía, y a través de los factores de conversión, obtenemos las toneladas de CO2.

Una vez identificadas las emisiones de nuestra empresa viene lo importante: trabajar en reducir el impacto sin que esto afecte al desempeño de nuestra actividad. Entre las diferentes actuaciones para reducir la huella de carbono están:

  • Optimizar las rutas comerciales. De esta manera se consumirá menos combustible y se emitirán menos gases de efecto invernadero. Evitar los viajes en avión si es posible, es el medio de transporte que más emisiones genera.
  • Utilizar el transporte público para ir al trabajo o intenta dar un paseo si el destino es cercano, si no es posible, compartir el vehículo.
  • Buscar en medio de transporte más sostenible, como por ejemplo, un vehículo eléctrico.
  • Consumir papel de forma responsable, imprimir a doble cara y utilizar el que no sirva para realizar anotaciones.
  • Graduar la temperatura de consigna a 22 grados en invierno y 25 grados en verano.
  • Utilizar un sistema de iluminación eficiente, como la tecnología LED.
  • Apagar los equipos al terminar la jornada laboral: ordenadores, impresoras, etc. y no dejarlos en modo reposo.

Con estas sencillas medidas, y otras aplicadas a tu propia empresa en función de las emisiones de gases de efecto invernadero detectadas, se reducirá considerablemente el impacto de tu proceso y la Huella de Carbono de tu organización será menor, haciéndola más sostenible y eficiente.

 

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