El vehículo eléctrico es protagonista

El coche eléctrico lleva ya un tiempo presentándose en sociedad, todos los días un medio de comunicación se hace eco de un nuevo modelo más viable y que, por supuesto, protege el medio ambiente. No es difícil ver estos vehículos recorriendo nuestras calles, llamando la atención por lo silencioso de sus motores.

Pero, ¿sabes cómo funciona un coche eléctrico? ¿Conoces las ventajas frente a un diésel o gasolina? ¿Crees que este tipo de transporte puede beneficiar al medio ambiente?

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Básicamente el vehículo eléctrico es un medio de desplazamiento que se alimenta con electricidad, a diferencia de los vehículos de combustión interna (diésel y gasolina) que lo hacen con combustible. La electricidad que utilizan para poder moverse proviene de una batería, cuya función principal es el almacenamiento de la misma. La batería se recarga en unos puntos de recarga específicos que provienen de la red (electrolineras), y existen algunos vehículos que autorecargan la batería al transformar la energía cinética del frenado o la deceleración en electricidad.

Los vehículos eléctricos, en función de sus componentes para poder desplazarse, se pueden clasificar en:

  1. Vehículo totalmente eléctrico:

Este tipo de vehículo dispone de un motor eléctrico que transforma la energía almacenada en las baterías, en energía cinética que produce el movimiento de las ruedas y, por tanto, el desplazamiento del medio de transporte. En este sistema se puede producir la autorecarga de las baterías. Actualmente existen modelos con una autonomía que está en torno a los 450 km por carga.

  1. Vehículo eléctrico con autonomía extendida:

Es igual que el modelo anterior, pero se le añade un pequeño motor de combustión interna cuya función es la de generar electricidad, cuando la batería esté casi descargada. Esto permite incrementar la autonomía del vehículo en unos 200 km aproximadamente.

  1. Vehículos híbridos:

Este tipo dispone de dos motores, uno eléctrico y otro de combustión interna (diésel o gasolina). Normalmente el primero se usa en zonas urbanas o el segundo en desplazamientos por carretera. En este caso también se puede utilizar la autorecarga de las baterías. En este caso, la autonomía de estos vehículos rondan los 50 km por carga en baterías y en torno a unos 1 000 km con el motor diésel o gasolina.

  1. Vehículos eléctricos híbridos:

Es igual que el anterior pero la diferencia principal es que la batería únicamente se recarga aprovechando la energía cinética de las frenadas y desniveles, no existe la opción de enchufarse. En este caso la autonomía de las baterías es un poco menor.

Actualmente, existen en el mercado muchos medios de locomoción que se alimentan de electricidad para desplazarse, como son los ciclomotores, bicicletas, patines eléctricos, etc.

El Instituto de Diversificación y Ahorro de Energía (IDAE) comunicó, a través de un estudio, que si cambiáramos 2.000 vehículos de combustión interna por vehículos eléctricos, no se emitirían 4.471 toneladas de CO2 cada año y no se consumirían 4.282 toneladas de petróleo.

No son pocas las ventajas que hacen que el vehículo eléctrico sea la opción más atractiva y aceptada frente al vehículo diésel o gasolina:

  1. El vehículo eléctrico no emite gases contaminantes. Al no existir combustión no se desprende dióxido de carbono, que es uno de los causantes del efecto invernadero y, como consecuencia, del cambio climático.
  2. La visita al taller mecánico se reduce considerablemente. Al no existir elementos que estén en movimiento, como el motor tradicional o el cambio de marchas, no se detecta descaste en los elementos del vehículo. Por ello, el mantenimiento se reduce considerablemente, evitando los típicos “cambios de aceite”, echándole solo un vistazo a los neumáticos, frenos, baterías y motor eléctrico.
  3. Reducción considerable en el consumo de combustible. El precio del combustible es elevado y tener un vehículo de combustión interna puede llegar a ser un lujo en un futuro si sigue esta tendencia. Además hay que tener en cuenta que se trata de un recurso no renovable y las emisiones que genera son contaminantes. Si con el vehículo eléctrico se puede evitar pagar tanto y contaminar menos, es una buena noticia.
  4. Beneficios fiscales y en peajes. Los vehículos eléctricos reciben un importante porcentaje de bonificación en el Impuesto sobre Vehículos de Tracción Mecánica. Incluso no pagas en los peajes de algunas comunidades autónomas.
  5. Prioridad en los estacionamientos y viales urbanos. Existen plazas de aparcamiento exclusivos para vehículos eléctricos, y en edificios públicos, los puntos de recarga son gratuitos. Además, se le permite circular a los vehículos eléctricos en los carriles bus y VAO de algunas de las ciudades más importantes del país.
  6. Conducción más silenciosa y cómoda. La ausencia de ruidos hace que la conducción en el vehículo eléctrico sea más relajada y cómoda, evitando situaciones de estrés durante la conducción.
  7. Más ayudas para la compra y ventajas en la financiación. La administración ofrece una cantidad de dinero a fondo perdido por la compra de un vehículo eléctrico, como por ejemplo el Plan PIVE. Las entidades financieras se unen a este proyecto ofreciendo buenas condiciones de financiación.

En cuanto a los beneficios ambientales más destacables, se encuentran las cero emisiones de gases, la reducción en el consumo de recursos no renovables y la baja contaminación acústica.

Además, las desventajas identificadas en estos años atrás, como por ejemplo la autonomía y la falta de infraestructuras para los vehículos eléctricos se están solucionando rápidamente debido a la concienciación de las administraciones públicas y a la confianza que existe en el consumidor, que están apostando por un tipo de desplazamiento limpio y sostenible.

¿Qué más excusas tienes para no invertir en sostenibilidad?

 

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