La Responsabilidad Social Empresarial puede parecer una palabreja moderna que una persona erudita se inventó en su día, pero nada más lejos de la realidad.
El término RSE no es más que la incorporación de las preocupaciones que emergen de la sociedad en las políticas y en el modelo de gestión de la empresa. La crisis económica que hemos atravesado, traducida en una crisis de confianza del consumidor, ha modificado los patrones de consumo. Los clientes son cada vez más exigentes y el criterio de elección de un producto o servicio no se limita al tradicional calidad-precio sino que hay una preferencia clara sobre las empresas con una conducta responsable.
Las nuevas generaciones de consumidores son los ahora llamados Millennials: jóvenes más que preparados, nacidos en el apogeo de la prosperidad económica, que manejan cómodamente las nuevas tecnologías y se comunican a través de las redes sociales. Los expertos y expertas los definen como inconformistas, creativos, cualificados… y comprometidos con la sostenibilidad. Son exigentes y están acostumbrados a cotejar información en Internet sobre el producto o la empresa en sí antes de adoptar una decisión de compra, ejerciendo una presión social lo suficientemente poderosa como para ser tenidos en cuenta.
Las empresas no pueden convertirse en meras observadoras de la realidad, sino que deben de dar un paso al frente y convertirse en actores protagonistas de los cambios: tienen que obligarse a vivir esta historia y asumirla como propia. Es por ello que la Responsabilidad Social Empresarial tiene cada vez más presencia en las mismas, traducida en políticas y actuaciones concretas en materia social y medioambiental. No se trata solamente de producir un bien o de ofrecer un servicio, sino la forma en la que se produce, las condiciones en las que los trabajadores y trabajadoras desempeñan su actividad laboral, el cumplimiento con los derechos humanos y, en definitiva, conseguir que todas las acciones que realiza la empresa sean respetuosas con la sociedad con la que se interrelaciona y con el medioambiente en el que lleva a cabo su actividad.
El Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea, conscientes de la magnitud e importancia de este hecho, han publicado la nueva Directiva de la Unión Europea 2014/95/UE relativa a la divulgación de información no financiera y la diversidad. En ella, se contempla la exigencia de presentar informes de responsabilidad social corporativa a todas aquellas empresas de interés público de más de 500 trabajadores y trabajadoras. Atendiendo a esta definición, se obliga a unas 6000 organizaciones europeas a informar a sus “stakeholders” de asuntos ambientales, sociales, relacionados con los derechos humanos o la lucha contra la corrupción, entre otros.
Por ello, y para concluir, se puede afirmar categóricamente, respondiendo a la pregunta que se formulaba en el título del artículo, que no solo la RSE es el futuro, definido por la tendencia del mercado, sino que, además, las nuevas posiciones de la legislación internacional nos indican que no hay futuro sin RSE.
MARWEN INGENIERIA