En el mundo de hiperconectividad en el que vivimos actualmente pocos ámbitos de nuestro día a día escapan al uso de las nuevas tecnologías y las conexiones WiFi, y nuestros hogares no iban a ser menos. El concepto conocido como “Internet de las cosas” hace referencia a esa hiperconectividad de todo lo que nos rodea, que se traduce en la interconexión de objetos cotidianos con Internet. Estos objetos que comienzan a incorporar conexiones WiFi pueden variar desde un coche a un reloj de pulsera, pasando por todos los electrodomésticos y sistemas que hay en nuestro hogar.
El Internet de las cosas ha abierto un mundo infinito de posibilidades actuales y futuras que contribuirán a facilitar y automatizar nuestras actividades diarias. La aplicación del Internet de las cosas a la automatización de los hogares es lo que se conoce como “domótica”. Este término proviene de la unión de las palabras “domus” (casa en latín) y “tica” (de la palabra griega “automática”, que significa “que funciona por sí sola”).
Las aplicaciones de la domótica en nuestros hogares son innumerables y sólo estarán limitadas por la imaginación y el espíritu práctico del diseñador. Nosotros, nos centraremos en cómo la aplicación de la domótica puede ayudarnos a ahorrar energía en casa y ser más eficientes.
Los hogares que implementan la domótica son conocidos como “smart homes” y se caracterizan por incluir conexiones WiFi en electrodomésticos, sistemas de climatización, iluminación o agua caliente. Todas estas conexiones se centralizarán en una aplicación o programa informático que nos permitirá conocer en todo momento cuál es nuestro consumo energético y qué electrodomésticos o sistemas están activos.
Tener acceso a los datos sobre nuestro consumo energético en términos de kw consumidos y en qué momento del día, nos permitirá analizarlos y detectar cuándo y en qué sistemas podemos disminuir el consumo eléctrico. Además, la domótica pone a nuestro alcance la posibilidad de programar ciertos aspectos de nuestro hogar como la hora a la que debe encenderse la climatización, la temperatura que se ha de mantener o cuándo deben subirse o bajarse las persianas para aprovechar al máximo la luz solar y contribuir a mantener una temperatura constante en el interior del edificio. Junto con el ahorro energético, la domótica puede contribuir también al ahorro económico, encendiendo o apagando ciertos electrodomésticos para que su consumo coincida con los llamados “períodos valle” en los que el coste energético es inferior.
Como valor añadido de los sistemas de domótica, encontramos que, gracias a las conexiones WiFi, éstos pueden ser monitorizados y controlados a distancia aunque no nos encontremos en el edificio. Esta característica nos ofrece la posibilidad de comprobar que no hemos dejado encendida la iluminación o la climatización una vez hemos salido de casa y poder desconectar aquello que hayamos olvidado.