Si bien, dudas existenciales y filosóficas como ¿qué fue antes el huevo o la gallina? pueden dar lugar a largos debates, otras dudas tienen una respuesta clara y rápida.
La contaminación producida por la movilidad privada, ha generado preocupación en los dirigentes de grandes urbes y en los ciudadanos cada vez más concienciados con el medio ambiente y la calidad del aire que respiran.
Ya son bien conocidas estrategias como las medidas excepcionales de la comunidad de Madrid, la peatonalización de cascos urbanos como Córdoba, la emisión de pegatinas identificativas de emisiones en los vehículos por parte de la DGT, alternancia de matrículas pares e impares de París y otras medidas de reducción de polución; pero quizás las más importantes son las menos conocidas que prohíben la circulación de vehículos diesel o gasolina en sus centros o en la totalidad de las mismas.
Ante estas medidas surge una nueva pregunta: ¿Qué debe ser antes, el vehículo o el punto de recarga?; La respuesta es “El punto de recarga”, pues solamente de esta manera se podrá impulsar el uso de vehículos híbridos o completamente eléctricos.
Es evidente que uno de los principales motivos por el que dicho medio de transporte gana en adeptos pero no en usuarios, es debido ya no al precio, si no a la autonomía de los mismos y a la dificultad de localizar un punto de recarga en sus lugares de trabajo o residencia.
Muchas comunidades y ayuntamientos, son conscientes de la necesidad de reducir la contaminación en sus urbes procedente de las emisiones de medios de transporte privado y ya han comenzado a instalar o incentivar la instalación de puntos de recarga en sus centros neurálgicos para fomentar el uso de vehículos eléctricos, en algunos casos favorecen la recarga gratuita y el acceso a una plaza de aparcamiento reservada.
Los puntos de recarga disponen ya de una tecnología y configuración suficiente como para atender a la mayoría de las casuísticas del mercado público y privado apoyados por una legislación contemplada en reglamentos eléctricos.
Existen puntos de recarga individuales de fácil instalación para viviendas unifamiliares, de multipunto para comunidades de vecinos, de columna con diferentes configuraciones de toma y velocidad de recarga. Permiten plataformas de identificación para puntos de suministro y venta, monitorización, gestión y otras alternativas que junto a la disminución de los costes de mantenimiento e instalación la convierten en una apuesta de futuro viable.
El futuro siempre ha sido de aquellos que supieron adelantarse a los movimientos y necesidades sociales, y cada vez es más evidente que existirá una revolución en la movilidad privada. Quizás el punto de recarga público es una de las soluciones de Smart City cuya prioridad debería tenerse en cuenta.